jueves, 13 de noviembre de 2008

Augusto Monterroso (Guatemala) / El paraíso imperfecto

"Es cierto, dijo melancólicamente el hombre, sin quitar la vista de las llamas que ardían en la chimenea aquella noche de invierno-; en el Paraíso hay amigos, música, algunos libros; lo único malo de irse al Cielo es que allí el cielo no se ve."

5 comentarios:

Ricardo Guadalupe dijo...

Augusto Monterroso, o Tito, como le llamaban en los círculos literarios, ha sido el escritor más conciso que nunca ha existido. El maestro del relato hiperbreve siempre fue al grano, al meollo del asunto, de manera directa y muy certera, dejando al lector la tarea de dibujar el resto de la diana en cuyo centro acababa de atinar el genial escritor guatemalteco. Es decir, sus textos invitan a pensar, eso que tanto nos cuesta hacer, pero que él consigue a través de microrrelatos formidablemente sugerentes.

Esto ha llevado a que las interpretaciones de sus relatos hayan sido mucho más extensas que los relatos en sí, tal como ocurre con su inolvidable “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, que suscitó numerosas interpretaciones y corrientes de opinión que aún hoy se alimentan en un sentido o en otro. Viva muestra de que sus textos tocan resortes que posiblemente ni el propio Monterroso podía imaginar.

Y “El paraíso imperfecto”, el cual he publicado en esta entrada, no iba a ser menos. Hace un par de meses en este mismo blog una amiga me comentaba que después de leerlo se preguntaba si desde el Cielo no se vería la Tierra, y que si verla desde allí no sería realmente bello, lo cual me hizo plantearme lo inabarcable del deseo humano: Quién sabe si estando en el Cielo anhelaríamos la Tierra, que se convertiría así en nuestro Cielo. Y espera, porque quién sabe si estamos ahora en la Tierra porque hemos ascendido al Cielo, y nadie, absolutamente nadie, se ha percatado de ello.

Da que pensar don Augusto Monterroso.

gemmacan dijo...

Dar que pensar, eso debería ser una tarea -al menos- de cada día. Es difícil ser breve, genialmente breve sólo unos pocos elegidos lo pueden ser. Obviamente Monterroso lo intenta y lo consigue.
El planteamiento de tu amiga es interesante, y sobre ello se podría mantener una sobremesa de esas deliciosamente interminables; puede que la situación geográfica sea lo de menos, no importa si realmente estás arriba o abajo, en el cielo o en la tierra, lo que nos matiene vivos, lo que nos hace vibrar, es el tener algo que anhelar, el poder fijar la vista en un punto lejano, en el que creer, en el que posar la esperanza, por el que (y aquí está el quid de la inercia del caminante) luchar.
Las metas son nuestra fuerza, los motivos por los que no tiramos la toalla en muchos momentos en que sería lo fácil y oportuno, y cuando las alcanzamos, cuando llegamos a ellas ¿qué queda? buscar una nueva y empezar de cero.
El cielo siempre queda lejos, y justo es esa la sal y la pimienta de nuestra existencia.

PD: La madrugada es terrible para esto del divagar, lo mejor es que no otorga ni absolución ni penitencia ;)

Buenas noches.

Ricardo Guadalupe dijo...

Estoy totalmente de acuerdo. Ponernos metas y desear es la sal y pimienta de nuestras vidas y lo que puede hacernos ser mejores y evolucionar.

Pensar así me ha costado más de una discusión con un amigo hinduista. Parece claro, Inga, que ni tú ni yo deseamos el nirvana, porque precisamente el nirvana supone la aniquilación del deseo, y por mucho que ello evite el sufrimiento, también impide todo lo demás; un precio demasiado alto para alguien como yo, que no quiero renunciar a nada, ni siquiera al sufrimiento.

Besos,
Ricardo

gemmacan dijo...

Sobre eso precisamente hablaba en mi última entrada. No es que a uno le guste sufrir, cualquiera daría lo que fuera cuando está inmerso en ello por emerger, pero sabemos que forma parte del equilibrio, y que es necesario o irremediable compensar la balanza entre lo bueno y lo malo, y también necesario endurecerse, curtirse, mudar la piel y en definitiva, crecer.
C'est la vie.
Muchos besos.

Trenzas dijo...

No conocía a Maria Calcaño y me ha gustado mucho su forma de hacer poesía. Veré que encuentro más por ahí.
En cuanto a Monterroso, solo palabras de admiración para su forma de escribir. Desde hace muchos años es uno de mis escritores favoritos y tengo muchas de sus obras, que releo con frecuencia. Porque no valen, con este hombre, un par de lecturas; tienes que volver y volver para intentar captar que más hay en sus letras.
Excelente selección la tuya, Ricardo.
Un abrazo