viernes, 12 de diciembre de 2008

Ernesto Sábato (Argentina) / El túnel (fragmento)

"Fue una espera interminable. No sé cuanto tiempo pasó en los relojes, de ese tiempo anónimo y universal de los relojes, que es ajeno a nuestros sentimientos, a nuestros destinos, a la formación o al derrumbe de un amor, a la espera de una muerte. Pero de mi propio tiempo fue una cantidad inmensa y complicada, lleno de cosas y vueltas atrás, un río oscuro y tumultuoso a veces, y a veces extrañamente calmo y casi mar inmóvil y perpetuo donde María y yo estábamos frente a frente contemplándonos estáticamente, y otras veces volvía a ser río y nos arrastraba como en un sueño a tiempos de infancia y yo la veía correr desenfrenadamente en su caballo, con los cabellos al viento y los ojos alucinados, y yo me veía en mi pueblo del sur, en mi pieza de enfermo, con la cara pegada al vidrio de la ventana, mirando la nieve con ojos también alucinados.

(...)
A veces volvía a ser piedra negra y entonces yo no sabía qué pasaba del otro lado, qué era de ella en esos intervalos anónimos, qué extraños sucesos acontecían; y hasta pensaba que en esos momentos su rostro cambiaba y que una mueca de burla lo deformaba y que quizá había risas cruzadas con otro y que toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia mía y que en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los que no viven en túneles; y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad.

(...)
Yo no decía nada. Hermosos sentimientos y sombrías ideas daban vueltas en mi cabeza, mientras oía su voz, su maravillosa voz. Fui cayendo en una especie de encantamiento. La caída del sol iba encendiendo una fundición gigantesca entre las nubes del poniente. Sentí que ese momento mágico no se volvería a repetir nunca. -Nunca más, nunca más- pensé, mientras empecé a experimentar el vértigo del acantilado y a pensar qué fácil sería arrastrarla al abismo, conmigo"

5 comentarios:

Ricardo Guadalupe dijo...

El túnel es una de las novelas más inquietantes e inteligentes que se han escrito nunca. Yo la conocí en un taller literario, porque además otra de sus virtudes es que es sumamente pedagógica para quienes quieran aprender técnicas de escritura. Está escrita en primera persona y el narrador es un personaje sumido en la locura. Lo más impresionante es que su discurso está apoyado en la lógica y en ningún momento la voz narrativa reconoce o afirma su locura. En cambio, hay una segunda lectura de los hechos que poco a poco va dando a entender que estamos ante un narrador en el que no se puede confiar. Se trata de un narrador que toma ese cariz tan humano y tan propio de las personas que te están contando algo basándose únicamente en su punto de vista subjetivo y personal, lo cual, como es obvio, no tiene por qué coincidir con la realidad fidedigna. Con más motivo si tenemos en cuenta que está loco. Es decir, no es un mentiroso, simplemente nos está contando su verdad, una verdad empañada por la locura. Se me eriza la piel de recordar la forma tan magistral que tiene Sábato de plasmar esto. Por eso no considero que esté quitando un ápice de interés a la novela al desvelar esta información.

Es curioso que, como tantas veces sucede, una novela de esta categoría fuera rechazada en su momento por las editoriales y sólo encontrara hueco en una revista. Puesto que más allá de su forma y estilo, trata en profundidad aspectos tan complejos del ser humano como la soledad, el amor o los celos.

Precisamente la soledad es lo que representa el túnel. Ahí se le aparecen al protagonista los demonios de la locura, por ahí se asoma su amada, y en él toman forma los celos, pero no por una posible infidelidad sexual, sino por la posibilidad de otro tipo de infidelidad mucho más temida, aquella en que tu amada pasa a confiar más en otra persona que en ti.

Una obra maestra.

gemmacan dijo...

Es tan interesante lo que cuentas sobre la novela, que este mismo fin de semana voy a intentar encontrarla (no, no la he leído). Desde luego los trozos escogidos ya dicen mucho, y el hecho de que el narrador esté preso de la locura, se me antoja aun más apetecible.
Es muy posible -habría que hacer la prueba- que una misma historia relatada por cinco personas, adolezcan o no de locura, termine siendo cinco narraciones completamente distintas, es decir: la verdad es muy relativa, la interpretación de los hechos libre y el punto de vista de cada uno, distante del otro.
Con respecto a lo que comentas de la infidelidad, creo que con el paso de los años y la madurez, la sexual es la que menos importa, o la que menos hiere, y duele más esa tan temida de la que hablas, la que lleva al ser amado a sentir más confianza, más complicidad, con otra persona.
De todas formas prometo leer El túnel, y comentar con más conocimiento de causa.
Gracias por el soplo. Como siempre un placer leerte.
Buen finde!

Ricardo Guadalupe dijo...

Así es, la realidad tiene tantas caras como personas te la cuenten. El mérito del escritor sobresaliente está en mostrarte, sin necesidad de explicarlo, que puede haber otras versiones de la historia que incluso se acerquen más a la verdad real y no subjetiva. Ese tipo de escritor es el que confía en el lector y en su capacidad de deducción, haciéndole partícipe de ese modo de la obra y creando con él un vínculo incomparable.
Buen fin de semana para ti también, inga.

Julio L. Rodríguez dijo...

Cuando cursaba el 3er año de secundaria, un profesor joven e inquieto, nos "obligó" a mis compañeros y a mí, leernos una novelita pequeña e intensa de un tal Ernesto Sábato, sí, "El Túnel". Éste, junto con otros escritores, empezaron a ser parte de mi presente: Cortázar, Borges, Rulfo, Vargas Llosa, García Márquez, Julio Ramón Ribeyro, Bryce Echenique, etc... Pero, El Túnel, que más que novela, se me representó como una película de Alfred Hitchcock, oscura, tormentosa, negra.Una de mis novelas favoritas y reafirmo lo que dices Ricardo, una obra maestra.
Pues, te recomendaría (y esto lo digo sin saber si has escrito sobre otro grande, Adolfo Bioy Casares) que le eches una ojeada a su novela, "La Invensión de Morel" quizá te guste también. Un abrazo amigo y sigue tan fino, preciso y evocador.

Ricardo Guadalupe dijo...

Gracias Julio, como siempre. Y a ver si tomamos esas cañas, que ya sabes lo que aprecio tus consejos, y no sólo los literarios.
Un abrazo