sábado, 17 de enero de 2009

Eduardo Galeano (Uruguay) / Patas arriba (fragmento)

"Caminar es un peligro y respirar es una hazaña en las grandes ciudades del mundo al revés. Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen. El mundo al revés nos entrena para ver al prójimo como una amenaza y no como una promesa, nos reduce a la soledad y nos consuela con drogas químicas y con amigos cibernéticos. Estamos condenados a morirnos de hambre, a morirnos de miedo o a morirnos de aburrimiento, si es que alguna bala perdida no nos abrevia la existencia"

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Comentario: Del mundo al revés y de las relaciones que tenemos con las personas y las cosas en ese mundo es de lo que nos habla Galeano. Del ansia por poseer cosas con el único objeto de seguir poseyendo más y más. ¿De dónde surge esa necesidad? ¿Nos hace realmente felices? Tengamos claro que, una vez cubiertas las necesidades básicas, nuestro nivel de satisfacción con las cosas lo ponemos nosotros mismos. Es decir, en teoría, y por poner un ejemplo, una persona debería disfrutar tanto de un coche último modelo como de uno de hace ocho años, o de tener uno que de tener dos. La posibilidad de desplazarse en coche la va a tener igualmente. Así que tenemos por un lado a la persona que puede disfrutar de esa posibilidad de hacer viajes o de trasladar cosas pesadas con comodidad y por otro lado a la persona a la que no le satisface plenamente tal posibilidad si no es poseyendo de forma sucesiva el último modelo que vaya saliendo o comprando el tercer coche si ya tiene dos o el cuarto si tiene tres. Con las consiguientes obligaciones económicas, y por tanto laborales, que eso conlleva. Por no hablar de las obligaciones que son propias del mantenimiento y cuidado de las cosas que poseemos, y que en ese sentido pasan a poseernos a nosotros en cierta medida. Además, a todo eso hay que añadirle algo de lo que habla Galeano, el pánico a perderlas, el aferramiento a lo material y las preocupaciones que eso genera.

Lo que quiero decir con todo este rollo es que lo importante es disfrutar de las cosas y no del hecho de comprarlas. Este es el planteamiento que yo opino que ayuda a alcanzar un estado de satisfacción con las cosas, que es de lo que se trata, y no de una continua insatisfacción. Otra ventaja de este planteamiento es que resta poder al dinero en el camino hacia la felicidad. Es el dinero el que debe estar al servicio de nuestros fines, y no al revés.

Otro asunto que me gustaría destacar del texto de Galeano es la relación que tenemos con las personas en el mundo al revés. “El mundo al revés nos entrena para ver al prójimo como una amenaza y no como una promesa”. Y quizás esto tenga que ver con el pánico a perder las cosas al que me refería antes, o con el pánico a perder, a secas, ya sean cosas o personas. Sobre todo en el caso de aquellos que hayan sido víctimas de los coleccionistas de personas. Puesto que del mismo modo que hay gente que colecciona cosas y acumula un coche tras otro por el mero impulso de estar a la última o de tener más que nadie, también hay gente que ve a las personas como si fueran mercadería, como si fueran objetos de consumo susceptibles de ser intercambiables según fluctúe el mercado. Un mercado del mundo al revés que poco tiene de amor y sí más de las expectativas de rendimiento que puede tener un inversor de sus acciones.

Por eso, los que han sido víctimas de los coleccionistas de personas, los que no han vivido el amor con el prójimo ni los elementos de que este amor se compone según Erich Fromm, y que son: cuidado, responsabilidad, respeto, conocimiento y dar. Pues bien, por todo ello, no es de extrañar que esas víctimas, que son cada vez más, opten por el aislamiento propio de Jonás dentro de la ballena.

Como siempre, la respuesta para poner el mundo del derecho es el amor. En ese otro mundo las puertas están abiertas. Como todavía ocurre en muchos pueblos, donde si te cuelas sin darte cuenta en algún patio no te echan a patadas sino que te ofrecen su mesa y hospitalidad. No deliro. A mí me ha pasado. Sé que es posible.

8 comentarios:

pepa mas gisbert dijo...

Agradezco tu paso por mi casa, prometo pasearme por la tuya con un poquito mas de tiempo y como a todo recién llegado a la mia un regalo de bienvenida, mis deseos para este año con poema de Benedetti tienes mi palabra y mi voz
que tu sonrisa sea un arco iris

Saludos

pepa mas gisbert dijo...

Y vuelvo porque no he puesto bien el enlace en la página web que hice:

que tu sonrisa sea un arco iris

Saludos

CristinaVR dijo...

Me identifico plenamente con el comentario, Ricardo.
Intentemos no olvidar cada día la máxima "Tanto tienes, tanto pierdes", para ser capaces de irnos llenando de "ese otro orden de cosas" que es el que realmente merece la pena.
Un beso.

Lucía dijo...

Un texto muy bueno. Me gustaría añadir que muchos ven al prójimo como un rival al que superar, hay que tener mejor coche que él, mejor puesto de trabajo que él... La competitividad también nos hace esclavos del ansia de tener.
No me extraña que esa gente no duerma, su vida resulta agotadora.
Tal vez, con la que se nos viene encima, las cosas empiecen a cambiar y se empiece a apreciar lo que verdaderamente merece la pena.
Un abrazo.

gemmacan dijo...

Galeano es lo que tiene, marca.
Es tal y como lo cuenta, no hay más, pero las lecciones no penetran más que los minutos en los que las escuchamos.
Morir de hambre tiene que ser doloroso. Morir de miedo algo en lo que no quiero ni pensar. Prefiero morir en el dolce fare niente, aunque probablemente de ser así, también me quejaría.
Saludos.

Trenzas dijo...

Cada uno entra en la muerte de un modo que se le parece. Algunos en silencio, caminando de puntillas; otros, reculando; otros, pidiedno perdón o permiso. Hay quien entra discutiendo o exigiendo explicaciones y hay quien se abre paso en ella a las trompadas y puteando"
He recordado este fragmento de "Días y noches de amor y de guerra" al leer el comentario de Inga Luv :)

Desde que descubrí a Galeano en "Las venas abiertas de América Latina" quedé enamorada de la lucidez de sus ideas y la forma de exponerlas. Su lucha es la misma lucha desde el principio porque los problemas conque nos enfrentamos siguen siendo los mismos. Lo bueno llegará cuando no sea una excepción entrar a un lugar que desconoces y que te ofrezcan acomodo y hospitalidad, como dices en tu comentario.
Es trabajo y responsabilidad de cada uno ser persona, pero...
Estupendos posts, Ricardo.
P.S. Disculpa; tuve que borrar el comentario anterior :)

Ricardo Guadalupe dijo...

Alma, muchas gracias por tu regalo, y con más motivo cuando ese regalo es tu voz. Qué bonita imagen la que forma el poema de Benedetti, en la que llorar de risa hace de la sonrisa la curva del arco iris. Una delicia de imagen.

Cristina, gracias por estar ahí, y por lo que dices y tanto te identifica. Efectivamente, "ese otro orden de cosas" debe dejar de ser el otro y convertirse en el principal. Aquél en el que la palabra perder ocupa el último lugar.

Lucía, cuando acabó la segunda guerra mundial todo el mundo se miró a la cara preguntándose con horror ¡¿qué hemos hecho?! y esa pregunta ha posibilitado una paz duradera en el llamado primer mundo. Ahora, con "la crisis", en las cabezas de todo el mundo ronda la misma pregunta. Esperemos que sea también para bien.
Un beso, y bienvenida.

Ricardo Guadalupe dijo...

Alex, acabas de nombrar el principio del inconformista. Yo mismo tengo mucho de eso, lo malo es que eso no te hace vivir en el hoy sino eternamente en el mañana. Y hay que tener claro que no sólo somos mañana, sino también presente y pasado.
Saludos.

Inga, yo creo que esas lecciones que escuchamos por unos minutos y nos penetran, a fuerza de penetrar algo permanecen. No hay que rendirse. Viva la tenacidad. Tanto del que lo dice como del que escucha. Y si he de morir, que va a ser que sí, que sea con las botas puestas, pero sin renunciar, como bien dices, al dolce fare niente, al dulce placer de no hacer nada.
Un abrazo

Trenzas, gracias por el fragmento de Galeano. Es impresionante todo lo que has leído. En eso me recuerdas a Borges, la persona que lo leyó casi todo. En cuanto a los modos de entrar en la muerte de los que habla Galeano en el fragmento no me quedo con ninguno, claro. Prefiero hacerlo en paz, con la conciencia tranquila, y acompañado de personas importantes para mí. A ser posible sin dolor, en una sensación de duermevela y reviviendo lo gratificante de la vida. Si tuviera que elegir alguno de esos momentos descritos en la ficción me quedaría con el final de “Big fish”, de Tim Burton. Qué bueno ver en esos últimos momentos que lo que te ha movido en la vida era auténtico, qué bueno irte con una sonrisa.
Muchos besos