lunes, 29 de julio de 2013

Leyendo "Réquiem por un campesino español" de Ramón J. Sender

Don Antonio Machado, el Premio Nobel Juan Ramón Jiménez, la mayoría de la generación del 27: Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Luis Cernuda, Jorge Guillén, Rafael Alberti o Pedro Salinas; los también poetas León Felipe o Juan Gil-Albert, los novelistas Francisco Ayala, Max Aub, Rosa Chacel… Todos tienen algo en común: todos son escritores españoles y todos se vieron forzados a abandonar su tierra por motivos ideológicos a raíz de la Guerra Civil y del régimen político autoritario que instauró en España el bando vencedor.

En 1940, Torrente Ballester señalaba que aproximadamente el noventa por ciento de la inteligencia española se encontraba en el exilio.

Ramón J. Sender, el autor de Réquiem por un campesino español, se embarcó como tantos intelectuales hacia México, en 1939, tras pasar por un campo de concentración. Antes, durante los primeros meses de la sublevación militar, las tropas golpistas habían ejecutado a su hermano Manuel, alcalde republicano de Huesca del año ‘32 al ’34, a sus también hermanos Saturnino y Antonio, y finalmente a su mujer, Amparo, fusilada en octubre de 1936.

La aldea de Réquiem por un campesino español “estaba cerca de la raya de Lérida, y los campesinos usaban a veces palabras catalanas” (pág. 12), lo que nos hace pensar que se trata del lugar de origen de Sender: Alcolea de Cinca, en Huesca. Ello nos da una idea del carácter autobiográfico de esta novela en la que queda reflejada la brutal represión ejercida aquellos años.

En palabras del propio autor: “es simplemente el esquema de toda la guerra civil nuestra, donde unas gentes que se consideraban revolucionarias lo único que hicieron fue defender los derechos feudales de una tradición ya periclitada en el resto del mundo". Efectivamente, ahí estuvo la raíz del conflicto bélico. En agosto de 1932, algo más de un año después de la proclamación de la 2ª República, se promulgó la Ley de Reforma Agraria, con expropiaciones y el reparto de tierras a los yunteros extremeños. Sin embargo, en el otoño del ’33 ganó las elecciones la coalición de derechas (CEDA) y los labradores fueron expulsados de las tierras que habían conseguido. Dos años después, dieron un nuevo vuelco los acontecimientos con la victoria electoral de la alianza de izquierdas del Frente Popular. En apenas cinco meses fue expropiada siete veces más tierra que en los cinco años anteriores. Para un número creciente de militares el golpe de Estado era la única forma posible de restablecer el orden. En Navarra, el feudo carlista se había rebelado contra la anarquía liberal en el siglo XIX, ahora se disponía a enfrentarse a una República que consideraba roja y atea.

La religión fue otra de las claves del conflicto. En la Constitución de 1931 no se estipula religión oficial alguna, la enseñanza religiosa deja de ser obligatoria, se establece que el Gobierno retirará los subsidios de la Iglesia y se legalizan el matrimonio civil y el divorcio. Todo lo contrario que en la posterior Dictadura Franquista, apoyada por la Iglesia, en la que la religión católica sería la oficial, su enseñanza obligatoria, el clero volvería a ser subvencionado y el matrimonio civil, el aborto y el divorcio prohibidos.

“Si el cántaro da en la piedra, o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro”, escribe Ramón J. Sender en Réquiem por un campesino español, que muestra el conflicto y sus consecuencias en toda su crudeza. La lucha de clases y la guerra de religión, entre otros factores, acabaron con el campesino hecho añicos.

La novela aparece publicada en México en el año 1953. No se publicaría en España hasta 1975, una vez muerto Franco. En 1980, Ramón J. Sender recupera la nacionalidad española, a los setenta y nueve años. Desgraciadamente moriría en dos años, todavía en Estados Unidos, donde había sido profesor de literatura. De los escritores mencionados al principio, la mayoría fallecieron en el extranjero. Réquiem por los españoles exiliados por motivos ideológicos de 1939.


© Ricardo Guadalupe

2 comentarios:

Ginés J. Vera dijo...

La historia hay veces que se repite, otras no. Conocer la historia, como dijo alguien sabio, sirve para no cometer errores, aunque hay gente que es consciente de que la ignorancia también es un arma, sobre todo si regentas el poder. Cada vez que leemos tal vez no nos convierta en más sabio, acaso un pelin más libres, pero desde luego, es un acto de libertad frente a los que no tuvieron oportunidad, medios o libertad para hacerlo. Gracias Ricardo.

Smareis dijo...

Olá Ricardo,

Interessante e triste o que aconteceu com os Escritores que citou no texto. Todos eles foram forçados a deixar suas terras da mesma forma. Regine politico autoritário, triste caso esse. Naquela época era mais vantagem ter o povo ignorante do que cheio de sabedoria. E os escritores poderia atrapalhar tudo. Quando se lê um livro se aprende muito, ganha sabedoria.
Na época da ditadura o povo sofria muito.

Adorei a postagem, muito bem escrita.
Deixo um grande abraço e desejo uma ótima quinta.
Abraços!