Publicado el 14/02/14 en el blog El hogar de las palabras: http://elhogardelaspalabras.blogspot.com.es/2014/02/relatos-con-abrelatas-2013-de-ricardo.html
LOS VASOS COMUNICANTES DE LA LITERATURA
La literatura no es más que la configuración del impulso primigenio de contar historias. Todos hacemos constantemente literatura. Nuestras propias vidas son literarias. Si al escribir un relato somos pequeños dioses manejando a nuestro antojo a una serie de personajes, al existir decidimos también - al menos eso creemos - sobre nuestra propia biografía, aunque no controlemos los sucesos por venir. Quizá sea esa falta de control lo que haga que tantos se lancen a escribir historias, para tratar de comprender lo inaprensible, para experimentar acontecimientos que pueden ser, con esa extraña conexión que se produce entre la palabra y nuestra realidad, más o menos extraños. Pero una vez plasmadas estas palabras, por muy ajenas que parecieran en principio al propio ser, el escritor comprende que formaban parte de sí mismo y han acabado saliendo a la superficie gracias a la magia de la escritura. Pero mi amigo Ricardo, que domina como nadie este arte, lo expresa mucho mejor que yo:
"Quien escribe un texto literario expone y muestra su personalidad, su verdad, queda desnudo ante quien pueda leerlo. El mundo imaginario de cada uno está estrechamente conectado con la psicología, con el pensamiento y con todo aquello que conforma nuestra identidad."
Relatos con abrelatas es ante todo un libro con personalidad. Se trata de una recopilación de narraciones —algunas premiadas— cuya característica común es que dicen mucho más de lo que parece en una primera lectura. El relato breve, arte especialmente difícil, debe condensar una historia en pocas líneas y, ante todo, hacer entrar al lector en un mundo nuevo durante los segundos que dura su lectura. Un mundo conformado por sugerencias en el que ni siquiera podemos atisbar a veces el diez por ciento del iceberg que recomendaba Hemingway para los relatos convencionales. Guadalupe ofrece lo mejor de sí mismo en estas píldoras narrativas. Pero la cosa no acaba ahí. Después de cada relato, el autor ofrece una explicación subjetiva del mismo. Así el lector puede conocer de primera mano las motivaciones e incluso el estado de ánimo con el que fueron concebidos. Esto da lugar a un interesantísimo experimento literario, puesto que las narraciones pueden leerse con epílogo o sin él. Como indudablemente nuestra humana curiosidad nos va a hacer optar por la primera opción, lo lógico es que en muchas ocasiones volvamos de nuevo al relato, que acabamos de leer con nuestra propia mirada, para echarle otro vistazo, esta vez a través de los ojos del autor.
Hay cuentos de todo tipo en Relatos con abrelatas, algunos bastante largos incluso y tocados soberbiamente por lo onírico, que es uno de los grandes puntales de nuestra imaginación. De entre todos ellos, si tuviera que destacar alguno por encima del resto, serían dos los elegidos. Por una parte, La extracción de la piedra de la locura, una estupenda interpretación personal de uno de los cuadros más perturbadores que atesora el Prado de ese genio irrepetible que fue El Bosco, realizada en clave narrativa. Y, sobre todo, el relato que le precede, El hacedor, un homenaje a Borges como escritor total, como compendio de toda la literatura y en el que me he sentido muy identificado con su protagonista, un relato en el que "se ve reflejado lo inabarcable de la literatura y lo inabarcable también del conocimiento". Y es que cuando uno profundiza un poco en el mundo de los libros se da cuenta de que jamás logrará leer todo lo que hay que leer, por muchos planes grandiosos al respecto que uno elabore. Lo mejor es aprovechar al máximo los volúmenes que le van llegando a uno y sacar partido a la felicidad que tantos de ellos producen. En la literatura, como en la vida, nunca llegaremos a experimentar todos los sentimientos. Pero al menos podemos tener referencias de ellos, saber de su existencia, algo a lo que ayuda leer relatos tan personales como los de Ricardo Guadalupe.
"Quien escribe un texto literario expone y muestra su personalidad, su verdad, queda desnudo ante quien pueda leerlo. El mundo imaginario de cada uno está estrechamente conectado con la psicología, con el pensamiento y con todo aquello que conforma nuestra identidad."
Relatos con abrelatas es ante todo un libro con personalidad. Se trata de una recopilación de narraciones —algunas premiadas— cuya característica común es que dicen mucho más de lo que parece en una primera lectura. El relato breve, arte especialmente difícil, debe condensar una historia en pocas líneas y, ante todo, hacer entrar al lector en un mundo nuevo durante los segundos que dura su lectura. Un mundo conformado por sugerencias en el que ni siquiera podemos atisbar a veces el diez por ciento del iceberg que recomendaba Hemingway para los relatos convencionales. Guadalupe ofrece lo mejor de sí mismo en estas píldoras narrativas. Pero la cosa no acaba ahí. Después de cada relato, el autor ofrece una explicación subjetiva del mismo. Así el lector puede conocer de primera mano las motivaciones e incluso el estado de ánimo con el que fueron concebidos. Esto da lugar a un interesantísimo experimento literario, puesto que las narraciones pueden leerse con epílogo o sin él. Como indudablemente nuestra humana curiosidad nos va a hacer optar por la primera opción, lo lógico es que en muchas ocasiones volvamos de nuevo al relato, que acabamos de leer con nuestra propia mirada, para echarle otro vistazo, esta vez a través de los ojos del autor.
Hay cuentos de todo tipo en Relatos con abrelatas, algunos bastante largos incluso y tocados soberbiamente por lo onírico, que es uno de los grandes puntales de nuestra imaginación. De entre todos ellos, si tuviera que destacar alguno por encima del resto, serían dos los elegidos. Por una parte, La extracción de la piedra de la locura, una estupenda interpretación personal de uno de los cuadros más perturbadores que atesora el Prado de ese genio irrepetible que fue El Bosco, realizada en clave narrativa. Y, sobre todo, el relato que le precede, El hacedor, un homenaje a Borges como escritor total, como compendio de toda la literatura y en el que me he sentido muy identificado con su protagonista, un relato en el que "se ve reflejado lo inabarcable de la literatura y lo inabarcable también del conocimiento". Y es que cuando uno profundiza un poco en el mundo de los libros se da cuenta de que jamás logrará leer todo lo que hay que leer, por muchos planes grandiosos al respecto que uno elabore. Lo mejor es aprovechar al máximo los volúmenes que le van llegando a uno y sacar partido a la felicidad que tantos de ellos producen. En la literatura, como en la vida, nunca llegaremos a experimentar todos los sentimientos. Pero al menos podemos tener referencias de ellos, saber de su existencia, algo a lo que ayuda leer relatos tan personales como los de Ricardo Guadalupe.
Foto: Marián Lucas Rodríguez
1 comentario:
Oi Ricardo!
Depois de um tempinho ausente, aqui estou.
Parabéns pela bonita postagem!
A foto esta fantástica!
Um abraço com muito carinho, e ótima semana!(•~?•~)? ? ?
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