Publicado el 21/04/14 en la revista Culturamas: http://www.culturamas.es/
En su tercer libro, Ricardo Guadalupe vuelve a demostrarnos lo mucho que le cuesta satisfacerse pues, no conformándose con un prólogo, añade dos; no conformándose con escribir los relatos incorpora, al final de cada uno, unas glosas para que el visitante participe de su conversación interior. De este modo se dan dos opciones para el orden de lectura, y ambas óptimas para producir placer: el relato antes que el comentario y el comentario antes que el relato. Sea como fuere, con estos comentarios no explica, aumenta el radio de acción.
Hay, desde la primera palabra de la cubierta, a la última de la contracubierta, un empleo intencionado de la síntesis. Se insinúa con acierto, se le deja pensar al lector, se permite que el lector se sienta inteligente completando por sí mismo lo que solamente se le dio como sugerencia. No destacan los excesos ni se echan de menos los defectos. Abundan las dilaciones y escasean las digresiones. O, tal como diría el autor, se emplean muy pocas lítotes.
El libro tiene originalidad de tramas: se emplea el ab ovo u orden natural, también el comienzo in medias res y extremas res; a veces vemos introducirse el conflicto, a veces se inicia con él; en ocasiones este conflicto es físico y en otras psicológico —las más—... También cuenta este libro con variedad en el empleo de personajes principales masculinos y femeninos, y en el empleo de personajes protagonistas de edad avanzada y niños, y una utilización de frases largas en mezcla con las cortas, imágenes y explicaciones, riqueza de los modos expresivos...; y se sirve de los puntos de vista del narrador en primera, segunda y tercera persona, además de cuatro poemas en primera voz lírica.
Entramos en su contenido. Este libro podría haberse titulado —sin desmerecer ni mucho menos el que finalmente se escogió— “El abrelatas de la libertad” o “Los abrelatas de la esclavitud”. Cuesta mucho esfuerzo imaginarse que no pretendiera el autor una unidad temática en torno a este asunto de la esclavitud, que más que anunciar o resumir el contenido de “Relatos con abrelatas”, está presente en él de modo transversal, a veces como un estigma, a veces como un bálsamo.
Fíjense, nombre por nombre, en cada uno de sus relatos: En El rizo de Ventura, la libertad es esclava del buen funcionamiento de la memoria. Con La estela del ovillo se advierte de que no existe esclavitud peor que tratar de esclavizar al otro. El heredero nos informa de que el deseo de trascendencia en el lector es, en realidad, la mismísima tragedia; la esperanza como fuente de dolor y éste como germen de la belleza. Una esclavitud que, de nuevo, pretende ser compartida simplemente con el acto de publicar un libro. En Fronte tampoco hay libertad sino un azar que todo lo engulle. En En busca del galeón comprobamos que los orígenes bíblicos, apoyándose en la fe, insisten en lo insólito de explicarse por medio de la ciencia. Y que es esclava la Iglesia por dicha pretensión. Vasos no comunicantes: La esclavitud de la incomunicación actual en las sociedades tecnológicas. Un texto estupendo por más de un motivo. El hacedor: Esclavos de nuestras propias limitaciones, pues nunca podremos llegar a leer todos los libros de nuestra propia biblioteca. Y esclavos de la exasperación que produce tratar de superar dichas limitaciones, a sabiendas de que lo harás sin conseguirlo. Los miembros: Esclavos de la afición desmedida a tener la oportunidad de mostrar lo que sabemos. Por cierto, texto que parece intrascendente pero que te hace reír, y nada que te produzca risa termina siendo intrascendente… Cuando pensé que podría estar siendo el resultado de una obsesión lectora para identificar la unidad del contenido, avancé hasta observar el título del último texto: “La libertad”.
Si el tema transversal del libro es la esclavitud, los afectos familiares tienen un protagonismo compartido y complementario en casi la mitad de los relatos. Ricardo Guadalupe advierte en uno de sus comentarios que... (pincha aquí para ver el texto completo y seguir leyendo)
Hay, desde la primera palabra de la cubierta, a la última de la contracubierta, un empleo intencionado de la síntesis. Se insinúa con acierto, se le deja pensar al lector, se permite que el lector se sienta inteligente completando por sí mismo lo que solamente se le dio como sugerencia. No destacan los excesos ni se echan de menos los defectos. Abundan las dilaciones y escasean las digresiones. O, tal como diría el autor, se emplean muy pocas lítotes.
El libro tiene originalidad de tramas: se emplea el ab ovo u orden natural, también el comienzo in medias res y extremas res; a veces vemos introducirse el conflicto, a veces se inicia con él; en ocasiones este conflicto es físico y en otras psicológico —las más—... También cuenta este libro con variedad en el empleo de personajes principales masculinos y femeninos, y en el empleo de personajes protagonistas de edad avanzada y niños, y una utilización de frases largas en mezcla con las cortas, imágenes y explicaciones, riqueza de los modos expresivos...; y se sirve de los puntos de vista del narrador en primera, segunda y tercera persona, además de cuatro poemas en primera voz lírica.
Entramos en su contenido. Este libro podría haberse titulado —sin desmerecer ni mucho menos el que finalmente se escogió— “El abrelatas de la libertad” o “Los abrelatas de la esclavitud”. Cuesta mucho esfuerzo imaginarse que no pretendiera el autor una unidad temática en torno a este asunto de la esclavitud, que más que anunciar o resumir el contenido de “Relatos con abrelatas”, está presente en él de modo transversal, a veces como un estigma, a veces como un bálsamo.
Fíjense, nombre por nombre, en cada uno de sus relatos: En El rizo de Ventura, la libertad es esclava del buen funcionamiento de la memoria. Con La estela del ovillo se advierte de que no existe esclavitud peor que tratar de esclavizar al otro. El heredero nos informa de que el deseo de trascendencia en el lector es, en realidad, la mismísima tragedia; la esperanza como fuente de dolor y éste como germen de la belleza. Una esclavitud que, de nuevo, pretende ser compartida simplemente con el acto de publicar un libro. En Fronte tampoco hay libertad sino un azar que todo lo engulle. En En busca del galeón comprobamos que los orígenes bíblicos, apoyándose en la fe, insisten en lo insólito de explicarse por medio de la ciencia. Y que es esclava la Iglesia por dicha pretensión. Vasos no comunicantes: La esclavitud de la incomunicación actual en las sociedades tecnológicas. Un texto estupendo por más de un motivo. El hacedor: Esclavos de nuestras propias limitaciones, pues nunca podremos llegar a leer todos los libros de nuestra propia biblioteca. Y esclavos de la exasperación que produce tratar de superar dichas limitaciones, a sabiendas de que lo harás sin conseguirlo. Los miembros: Esclavos de la afición desmedida a tener la oportunidad de mostrar lo que sabemos. Por cierto, texto que parece intrascendente pero que te hace reír, y nada que te produzca risa termina siendo intrascendente… Cuando pensé que podría estar siendo el resultado de una obsesión lectora para identificar la unidad del contenido, avancé hasta observar el título del último texto: “La libertad”.
Si el tema transversal del libro es la esclavitud, los afectos familiares tienen un protagonismo compartido y complementario en casi la mitad de los relatos. Ricardo Guadalupe advierte en uno de sus comentarios que... (pincha aquí para ver el texto completo y seguir leyendo)
Foto: Marián Lucas Rodríguez
1 comentario:
Gran Reseña. Estarás feliz, amigo. Un abrazo. De ahora en adelante, contaré las erres de tus libros jajaja
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