lunes, 26 de mayo de 2014

Reseñado por Sara Roma en Literaria Comunicación

Publicado el 06/05/14 en Literaria Comunicación: http://literariacomunicacion.wordpress.com/

Cuanto más breve es una historia, mayor exigente es con el autor y con el lector. Al autor porque lo obliga a pulir y resumir hasta conseguir su mayor concentración y esencia. Al lector, porque ha de reconocer que cada una de las palabras ofrece múltiples significados. Esta regla se cumple en la narrativa de Ricardo Guadalupe: sus palabras están elevadas a una gran potencia: se multiplican y se combinan entre sí para crear nuevos textos. Cada historia puede ser diferente ante los ojos del lector. Cada relato es una invitación formal a continuarla, a reiniciarla y/o a modificarla. Y ahí radica su originalidad y la clave de su éxito: en que, como Cortázar, sabe que la literatura es un juego de dos, del escritor y del lector. Una partida de ajedrez donde nada está decidido hasta el final.

Dicen que los mejores perfumes vienen siempre en frasco pequeño. Los relatos de Ricardo Guadalupe también llegan en formato bolsillo. Relatos con abrelatas en un conjunto de historias enlazadas y cohesionadas gracias a la unidad que aporta la voz narradora que traspasa el propio texto de ficción y nos invita a participar con sus propias reflexiones. Es más, diríase, que la línea que divide el cuento de su explicación es tan fina que casi se funden en un solo escrito. Como sostiene Ramón Alcaraz, las historias de Ricardo tienen su propia historia: es necesario compartir y revelar la génesis al lector, quien a su vez la transformará y adaptará a su propia experiencia. Sus cuentos, por tanto, no mueren en el papel, sino que viven gracias a él, otorgando al lector un lugar preeminente en la obra.

Ricardo Guadalupe lo reconoce, y asegura que trata de escribir sin dejar ningún cabo suelto para que se entienda bien lo que dice. En este sentido, su labor como hacedor de historias es la de ofrecer al lector todos los elementos necesarios para que éste pueda construir y concluir su propio relato. Su narrativa, por tanto, es una invitación constante a la creación.

Asegura que su relato favorito es el que inaugura el volumen, El rizo de Ventura, que además es un compendio de sus temas literarios: libertad y posesión, amor, muerte, nostalgia, ausencia… El rizo de Ventura es ese hilo de Ariadna, el bucle que nos guía y nos presenta a personajes tan vivos y cercanos como los protagonistas de El hacedor, El heredero, Vasos comunicantes, La hoja extranjera… Se trata de ir recogiendo el ovillo y de no enredarse con él, puesto que como asegura Guadalupe, “todos tenemos algo de laberinto”.

En definitiva, somos lo que leemos y estos Relatos con abrelatas son el espejo donde nos reflejamos. Quizás, como le sucede al protagonista de La hoja extranjera, nos llegue el día en que al cumplir una edad no nos reconozcamos habitantes de nuestro propio cuerpo. El revés del tiempo.

Ahora, vosotros sois los herederos de estas historias, todo queda en vuestras manos.


Foto: Marián Lucas Rodríguez

1 comentario:

Darío dijo...

Uno piensa que debe escribir mucho y que eso otorga prestigio. Y como decía Goethe, "Poco y bueno" puede ser un néctar... Me gustaría leerte. Un abrazo.