lunes, 25 de agosto de 2014

Leyendo "Alguien dice tu nombre" de Luis García Montero

¿Qué hace el poeta vivo que más vende en España, el autor de Habitaciones separadas, Premio Nacional de Poesía, escribiendo ésta ya su tercera novela? Puede que se deba a la influencia de su pareja, Almudena Grandes, a quien dedica el libro con estas palabras: “A Almudena, porque la sigo y me conduce a mí”. Y junto a este motivo puede encontrarse también su compromiso político, para hacer llegar sus ideas a un público más amplio, como está haciendo la propia Almudena con su proyecto de seis novelas sobre la postguerra española. Y es que sí, Alguien dice tu nombre es una novela que aúna técnica y compromiso, redonda en la forma y con un punto de mira en el fondo que no pretende disimular: la memoria histórica.

La narración se desarrolla en Granada, es el verano de 1963, un verano que marcará la vida de León Egea, el joven protagonista, en cuyo nombre he querido ver un guiño a León Tolstói y Javier Egea. Muy pronto, en la primera página, leemos esta frase: “Yo miro un calendario al que han dejado de cambiarle las fechas y pienso en un país seco, en una ciudad calurosa y detenida, en una existencia sin futuro”. Desde el principio hay una crítica feroz contra el inmovilismo, una incitación palmaria a la rebelión.

Es precisamente al principio donde el autor carga la suerte, con una escritura rica en contenido, sin relleno, y con acertadas incursiones líricas, pero sin rebasar los cauces naturales de la prosa en una novela, algo que se mantiene de principio a fin y que para un poeta de las dimensiones de Luis García Montero habrá supuesto todo un ejercicio de contención.

En esas primeras páginas entran ganas de no obedecer al jefe en el trabajo, o de contestarle como Bartleby, el escribiente de Herman Melville: “Preferiría no hacerlo”. Luego la historia desliza su foco hacia el primer amor del protagonista y narrador, con reseñables escenas eróticas por las que García Montero fue preguntado en una presentación del libro, respondiendo delante de Almudena Grandes y en un ambiente de confianza que al fin y al cabo vivía con la autora de Las edades de Lulú.

“Si el amor, como todo, es cuestión de palabras, acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma”, escribió García Montero en su poemario Completamente viernes. Para él “escribir es seducir”, así lo expresa en Alguien dice tu nombre. Una novela en la que busca seducirnos a través de personajes comunes y situaciones cotidianas. No hay asesinatos, ni bellezones, ni héroes de los que dependa la vida en la Tierra. Todo un reto. De hecho debo reconocer que llega un momento en el que a mí mismo me parece apreciar que a la historia le falta sal.

Otro pero que tengo anotado es que comienza dando prioridad a la conciencia directa del narrador en primera persona sobre las escenas y su poder de sugestión. Aunque enseguida lo armoniza. Entre mis apuntes veo subrayados varios homenajes literarios. Para empezar, Alguien dice tu nombre está encabezado con dos citas, una de Jaime Gil de Biedma y otra de Juan Marsé. Además, las referencias a escritores y al propio oficio de escribir son habituales, buena parte de las veces como consejos que le daba a León Egea, escritor en ciernes, su profesor de Literatura (escrita con mayúscula, no así dios, virgen o semana santa, que Luis García Montero prefiere escribir en minúsculas). La descripción de la casa del profesor y el elogio a sus clases conforman mi página favorita del libro. Quedémonos entonces con una frase que el poeta pone en boca del profesor y que tanto habrá tenido que ver con el proceso de esta obra: “escribir es negociar con la memoria”.


© Ricardo Guadalupe

1 comentario:

Darío dijo...

Mire usted, pensé que Marías o Vila Matas eran los que más vendían, pero no sé porqué lo pensé, quizá sólo porque me gustan a mí. Creo que me introdujiste de una manera certera en ese mundo Montero y probablemente te lo agradezca. Un abrazo.