Esta novela, por decir algo, ganó el Premio Nadal en 2012. Y digo yo, si lo que quieren es hacer un reconocimiento a la carrera de un escritor, ¿por qué no le premian a él, a su figura, en vez de a su último libro por muy malo que sea éste? Ah, claro, que hay que vender libros, aún a costa de devaluar el Premio y por ende otros libros ganadores que sí lo hayan merecido. Y aún a costa de hacer perder el tiempo a lectores incautos que, como yo, piquen el anzuelo del premio de marras.
El caso es que no le faltaban premios a Álvaro Pombo, premio Herralde (1983), Nacional de la Crítica (1990), Nacional de Narrativa (1997), Planeta (2006)… Hasta ocupa el sillón j de la Real Academia Española desde 2004. Me pregunto qué falta le hacía publicar El temblor del héroe. ¿Habrá sido el dinero, volver a la palestra, hacer una muesca más en su cartera de premios? No sé lo que le movería, en cambio sí sé lo que aporta a sus lectores y a él mismo como escritor: menos que nada. Mejor si no la hubiera publicado. Siempre es mejor para un escritor descartar una novela si no va a aportar algo por lo que deba ser recordada.
También por evitar de esa manera críticas como esta, que el autor me ha puesto en bandeja. La historia de la novela parece una excusa para verter las fantasías homosexuales de un anciano con atisbos de demencia senil que tampoco elude los delirios de grandeza propios de alguien enseñoreado de sí mismo. Los diálogos son exageradamente forzados y las explicaciones redundantes. En cuanto al humor mal entendido, o directamente sin gracia, que impregna El temblor del héroe, no hace sino acentuar el carácter ridículo, de mal gusto y definitivamente inverosímil de esta novela. Nada más que decir salvo que por fortuna es corta, como lo es esta reseña.
El caso es que no le faltaban premios a Álvaro Pombo, premio Herralde (1983), Nacional de la Crítica (1990), Nacional de Narrativa (1997), Planeta (2006)… Hasta ocupa el sillón j de la Real Academia Española desde 2004. Me pregunto qué falta le hacía publicar El temblor del héroe. ¿Habrá sido el dinero, volver a la palestra, hacer una muesca más en su cartera de premios? No sé lo que le movería, en cambio sí sé lo que aporta a sus lectores y a él mismo como escritor: menos que nada. Mejor si no la hubiera publicado. Siempre es mejor para un escritor descartar una novela si no va a aportar algo por lo que deba ser recordada.
También por evitar de esa manera críticas como esta, que el autor me ha puesto en bandeja. La historia de la novela parece una excusa para verter las fantasías homosexuales de un anciano con atisbos de demencia senil que tampoco elude los delirios de grandeza propios de alguien enseñoreado de sí mismo. Los diálogos son exageradamente forzados y las explicaciones redundantes. En cuanto al humor mal entendido, o directamente sin gracia, que impregna El temblor del héroe, no hace sino acentuar el carácter ridículo, de mal gusto y definitivamente inverosímil de esta novela. Nada más que decir salvo que por fortuna es corta, como lo es esta reseña.
© Ricardo Guadalupe
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