lunes, 13 de octubre de 2008

CALAMBUR / Las palabras escondidas en la entonación

DEFINICIÓN

Vamos a retomar la parte lúdica del lenguaje. Hay una palabra que nos propone jugar con el sonido de las palabras para descubrir otras que están ocultas. Esa palabra es el calambur que, dicho de una forma más técnica, consiste en dotar de una segunda lectura a las palabras a través de disponer la cadena de sílabas de las palabras de manera que pueda articularse de más de un modo.

EJEMPLOS

Los ejemplos más claros de calambur los encontramos en los enunciados de adivinanzas tan populares como “Oro parece, plata no es. ¿Qué es?” o “Blanca por dentro, verde por fuera, si quieres que te lo diga, espera”, donde las soluciones plátano y pera respectivamente las descubrimos juntando o separando sílabas de palabras contenidas en los enunciados.

El mismo método siguen algunos chistes. Es el calambur el que consigue hacernos sonreír cuando alguien dice en alto el nombre “Lola Mento”, porque, como el propio nombre indica, sería lamentable llamarse así.

Tiene muchas utilidades el calambur. Hay marcas comerciales que lo utilizan en sus eslóganes para reforzar el mensaje. Si yo digo “Cámbiate a Lipton”, la marca de té, ya sólo con la palabra cámbia-te estoy sugiriendo que se cambie de té.

¿Y qué me decís de esa otra utilidad, un tanto peculiar pero práctica, para aprender a pronunciar palabras? Me explico: Por calambur pronunciamos perfectamente “edifici”, que es edificio en catalán, simplemente juntando las sílabas “es difícil” y empleando el acento andaluz. Si probáis veréis que no /edifísi/.

EJEMPLOS LITERARIOS

En cuanto al uso literario del calambur, resulta bastante ingenioso. Además, con pocas palabras se da a entender más de un significado. Por ejemplo, Benito Pérez Galdós escribió el calambur “¿Conque dice que es conde? Querrá decir que esconde algo”. Aquí el escritor nos ha revelado el calambur, lo que, como hemos visto, ha provocado una repetición de sonidos.

Ahora un ejemplo de calambur que me gusta mucho. El poeta español Ángel González, de la generación del ’50, escribió en un verso “dore mi sol así las olas” en el que, si nos fijamos, está al mismo tiempo cantando las notas musicales do-re-mi-sol-la-sí-la-sol-la.

Otro ejemplo, éste del relato de JD Salinger “Un día perfecto para el pez plátano”. En la versión original, en inglés, el autor, para caracterizar a una niña, que como sabemos tienen gran facilidad para jugar con las palabras, lo primero que pone en su boca es un calambur. La niña en vez de decir el nombre Seymour Glass, dice “See more glass”, que significa ver más vidrio.

PARTICIPACIÓN

Por último propongo que recordemos esos calambures que involuntariamente hemos hecho alguna vez escuchando una canción (en las canciones no se respetan escrupulosamente las pausas entre sílabas). Yo por ejemplo, en una canción de Silvio Rodríguez siempre entendí “blancura, delirio” cuando en realidad decía “blancura de lirio”. Espero no ser el único al que le ocurre esto.

2 comentarios:

ANA HIMES dijo...

No sabía que se llamaba así este recurso. Pero es genial, es muy útil y además, cuando eres pequeña eso de "Monja Monja Monja....món!" hace muchísima gracia, verdad?

Un besito!

PD: New entrada musical en mi blog ;-)

jimeneydas dijo...

UNa mina de calambures son las adivinanzas. Entre muchas, recuerdo ésta: "Si el enamorado es correspondido, dígase el nombre de la amada, y el color de su vestido"