viernes, 17 de abril de 2009

Vasos no comunicantes

Bajando del autobús se me cruzó por delante y ni siquiera me vio. Tampoco llamarle frenó su paso marcial, quizá debido al móvil por el que iba soltando monosílabos. Fui tras él, pero sin llegar a alcanzarle. Observé su maletín, cuya base mantenía paralela al suelo en todo momento, y su chaqueta, cuya resistencia probó al apartar a un encuestador con el brazo libre. Finalmente llegó a casa. Yo le seguí adentro. Cenó erguido, mirando al frente hacia el televisor. Cuando me acosté oí que decía a mi madre: “Este hijo nuestro no tiene facilidad de palabra. A ver si aprende a expresarse de una vez”.


© Ricardo Guadalupe

1 comentario:

Felipe Sérvulo dijo...

Ricardo:
Me parece excelentes tu relatos. Te enlazo y así vuelvo más fácilmente.
Un abrazo.