martes, 1 de enero de 2013

La Cuesta de la Vega

«Yo soy perfecto», piensa mientras se empapa el traje en la Cuesta de la Vega. La lluvia no frena a los gorrillas, que hacen señas a los conductores. Tampoco a los patinadores, agarrados a los coches para remontar la cuesta y luego bajarla sobre ruedas. Suenan sirenas. Y suenan las voces de jóvenes haciendo botellón. Dentro de algunos vehículos aparcados hay parejas que se entregan al placer. El hombre del traje busca refugio bajo el Viaducto de Segovia. «Me dejé las llaves dentro del coche», dice sin que le pregunten. Un senegalés canta en wolof con todo el sentimiento. Los hay que fríen carne y pimientos en un camping gas. Un grupo de voluntarios ha repartido caldo y regalado un balón a “la peque”. “La peque” regatea a todos hasta acabar regateándose a sí misma. Al otro lado del Viaducto ruedan una película y los actores se besan. «En cuanto vengan los del seguro me marcho», dice a un matrimonio que llega sujetando un paraguas. El matrimonio cierra el paraguas y se tumba sobre unos cartones. A su lado un hombre imperfecto escucha una radio. El grito que se pierde pendiente abajo hace que el hombre perfecto se pegue a la pared. Alguien clama al cielo mientras persigue una botella que rueda en dirección a la calle. La chaqueta del traje se mancha contra la pared y luego contra el suelo. Rueda y rueda la botella. Rompen los cristales, el líquido se desparrama. La perfección duerme en su nuevo hogar.


© Ricardo Guadalupe

4 comentarios:

Darío dijo...

Parece un cuadro perfecto de la cuesta. Se oyen los gritos y los cantos. Aunque no lo conozca, es perfecto. Un abrazo.

Ginés J. Vera dijo...

Imágenes, frases, escenas que se describen por si mismas. Una historia breve y directa, de la pupila al sentimiento. Hay muchas cuestas de la vega, ésta nos recuerda la delgada línea de la realidad literal y literaria. Enhorabuena.

de soslayo dijo...

También yo soy perfecto entre comillas, de ahí que voy y vengo. Y espero impaciente que llegue el viernes y me fíe. Un viernes de Jazz y unas copas. O del Sabina para mi desgracia.

Repito, eres un gran escritor. Muchas gracias.

Salud

Amando García Nuño dijo...

Perfecto, podría decir. Pero no sé si es el adjetivo adecuado.
Abrazos.