lunes, 22 de septiembre de 2014

Prólogo para Fidel Tomás

LA REBELIÓN DE LA ELEGANCIA

Decía Ortega y Gasset que elegancia debía ser el nombre que diéramos a lo que torpemente llamamos ética, ya que es la elegancia el arte de elegir la mejor conducta, la ciencia del quehacer. También hacía referencia a que tal vez de eligentia, su vocablo latino originario, viniera la palabra inteligentia. Esta elegancia moral e inteligente es la que describe a la perfección la escritura y la persona de Fidel Tomás.

“Parve foco dietro ad alabastro”, fuego detrás del alabastro, escribió Dante en La Divina Comedia, una frase que sirve para explicar la elegancia y mi forma de entender la literatura moderna. Ser fuego, dinamismo y frenesí detrás de la contención, el dominio y la aparente renuncia. Así distinguimos la virtuosa huella de la elegancia y con ella se distingue la narrativa de Fidel Tomás. Porque sabe que en literatura no hay que contarlo todo, para que ese todo se piense más y mejor. Y porque, como él mismo sostiene, siempre le han parecido más estimulantes las preguntas que las respuestas.

Pero no se queda ahí, defiende que hay que tener la valentía de no guardarse ninguna pregunta dentro, que el valor de una persona se mide observando cuánta verdad es capaz de soportar. Recordemos el título de esta obra: Sin temor al mar. Y sin temor a la verdad, añadiría yo.

Sin temor al mar es un libro de relatos dividido en dos partes que aborda muchas de las cuestiones a las que nos enfrentamos tanto en lo personal como en relación a la sociedad en la que vivimos. Las citas que los encabezan, elegidas con todo el sentido, nos indican la dirección de cada relato, son las guías de su orografía y resulta inevitable volver a ellas y releerlas una vez hecho el recorrido.

Los temas sociales no pueden ser más actuales: el teatro político, la deshumanización, el carnaval televisivo, los desahucios… Relatados con fuerte presencia de la ironía, un hábil recurso que caracteriza el estilo del autor y que provoca la participación del lector en un juego de complicidades. Al fin y al cabo la ironía consiste en dar a entender lo contrario de lo que se dice, una de las más difíciles piruetas literarias, para la que es preciso manejar con destreza parodias, sobreentendidos y sobre todo fino humor. Con estos ingredientes adereza realidades de tan compleja digestión como la pérdida de valores, el conformismo, el engañoso progreso, la soledad o el suplicio de soportar con educación y civismo los intentos de los manipuladores por retroceder a la cultura de la servidumbre. De los relatos irónicos confieso mi especial debilidad por “La mejor afición del mundo”, cuesta tanto dejar de leerlo como luego parar de reír.

Otro tono de mayor intimidad perfila los territorios del yo. Bosques en forma de relatos con árboles tan altos como el desapego, el sentimiento de pertenencia o el adiós. También ese árbol milenario que llamamos muerte. Incluso llega a adentrarnos en una cueva con “Desde aquí abajo” para hablarnos de la inmensidad del tiempo. «Clap», ha caído una gota de una estalactita, la medida del tiempo dentro de una cueva. Aún me parece estar escuchando a Fidel Tomás cuando nos conocimos, precisamente exponiendo con claridad y fervor que... (pincha aquí para ver el texto completo y seguir leyendo)


© Ricardo Guadalupe

1 comentario:

Ginés J. Vera dijo...

Es un reto tan dificil como elegante acertar con un prólogo. Añadamos al 'un' más de un, pues es justo decir que si el prologado es amigo, reto es decir poco. Tengo la suerte de conocer al autor, al prologista, al prologado, y en breve espero que a la obra objeto de esta íntima y acertada comunión: el prólogo. Por tanto, no voy a alargarme mucho más, ni caer en la facilona alegría de felicitar a Ricardo por su prólogo y a Fidel por su libro. Doy la enhorabuena a ambos por encontrarse doblemente en ese universo de lo literario y lo extraliterario; al primero espero unirme con una copa, a modo de brindis; al segundo, ya digo, cuando venga a mi ese libro, ese primogénito de mi amigo Fidel. Salud, hermanos.