lunes, 13 de abril de 2015

Leyendo "Crematorio" de Rafael Chirbes

Es una obra maestra, ya está dicho, no me voy a andar con rodeos, ahora si queréis os cuento por qué, pero prefería decirlo desde el principio, para situaros. Empecemos entonces a enumerar sus virtudes. En primer lugar la más impactante, su determinante compromiso con su tiempo, con el hoy, no nos habla ni de la guerra civil ni de los reyes católicos, nos habla de la cultura del pelotazo, de la mafia inmobiliaria, extorsiones s.a., de “una sociedad convulsa en la que la destrucción del paisaje adquiere valor de símbolo”, como reza la contraportada. Es decir, da testimonio, en el 2007, año en que fue publicada, de lo que ocurría, y lamentablemente sigue ocurriendo, en España; de lo cual no hemos sido plenamente conscientes hasta que no ha venido el mazo de la crisis a golpear las bases de los pilares de nuestro sistema económico. “Capitalismo crepuscular que no cree en la continuidad de la familia, en herencias y gananciales; resultado: como no creo en nada, me lo como todo, viva la bulimia”, palabra de Chirbes.

“En sólo diez años, la propiedad ha dejado de ser de los pequeños campesinos y ha pasado a manos de una mafia compuesta por apenas media docena de constructores corruptos (mafia, camorra o n’drangheta, llámenla como gusten, decía textualmente el artículo), ya nos contó Marx que el capitalismo nace destruyendo la propiedad privada que dice defender. Sólo de arrasar la propiedad privada puede surgir la acumulación primitiva de capital”. Ahí queda eso. Estamos ante un autor claro y directo, despiadado, cualquier cosa menos hipócrita. También indignado, por la “ciudad en crecimiento incontrolado, por todas partes cosas a medio terminar y ya en funcionamiento”.

Otra virtud de la novela, otro toque maestro, es su manera de mostrar los claros y las sombras de los personajes, del ser humano, porque nada es blanco ni negro: “Un hombre que no sabe distinguir el color gris está perdido”. El resultado es una rica ensalada de puntos de vista que da cuenta de la complejidad de las personas y de las motivaciones, siempre las hay, que esconden sus actos. Por tanto, el enfoque del libro no es en absoluto sesgado, contiene una mirada bastante centrada que dialoga con el lector de tú a tú, sin condescendencia. Serás tú, lector, el que dibujes los cuernos o las alas a los personajes, si tienes esa manía.

No te olvides de dibujar en todo caso la pirámide de las clases sociales, coronada por el dinero, que disecciona Crematorio, aunque distinguiéndola de la felicidad: “El dinero lo es todo cuando no lo tienes, pero, cuando lo tienes, vuelve más evidente lo que te falta, y, con ese hombre, no te quepa duda de que te van a faltar muchas cosas”. Sabiamente, se está refiriendo al escaparate de las vanidades, y digo sabiamente porque los planteamientos están conectados con la realidad, armados con el conocimiento práctico del entorno.

Decir inteligencia y Chirbes es redundante, rebosa en la forma con que describe los personajes, o explota el lenguaje y sus múltiples posibilidades, o introduce las metáforas al hilo de la historia, o documenta las disquisiciones acerca de la vida y la mala vida… Hay psicología, sociología, acción… Todo cabe en el caserón de la vida, en este libro que define lo que es literatura, el placer especialísimo de las letras. Un tour de force narrativo de Rafael Chirbes, que se vuelca sobre Crematorio para nuestro deleite. La novela es a-co-jo-nan-te, la polla en verso, de las que te hacen soltar vulgaridades como estas, como cuando follas desinhibido.

Arranca y notas que tiene un plan, con líneas bien trazadas, para llegar a todas partes con razón de ser. Por ejemplo, habla de Rusia porque... (pincha aquí para ver el texto completo y seguir leyendo)


© Ricardo Guadalupe

1 comentario:

Darío dijo...

dEFINITIVAMENTE ME INTERESAN MUCHO LOS ESCRITORES COMPROMETIDOS CON SU TIEMPO... uN ABRAZO.