miércoles, 9 de septiembre de 2009

De vida y vuelta

Nacemos respirando agua en el vientre materno.
Luego somos lanzados al río.
Entonces la peonza traza el primer círculo de la espiral.

La corriente nos impulsa a 7 metros por segundo.
Sincronizamos nuestros momentos de inercia,
lo que nos hace responsables de un sentido colectivo del cauce,
en el que diluimos nuestro sentido individual de responsabilidad.

El carácter diferenciador de cada uno
está iluminado por antorchas mojadas.
Creamos la necesidad de hacer cadena
y formar equipos que llamamos familias.

Como si de piedras en los bolsillos se trataran,
nos desprendemos de ilusiones y deseos.
Y así, desnudos, despellejados y ya predestinados
somos escupidos finalmente a una tierra de caminos de cemento.
Tan gélida que el mar baja su nivel para huir de ella.

La peonza ha completado otro giro,
estrechando el diámetro del círculo.

Estoy desorientado, el camino se ha tornado en laberinto,
flanqueado por altos muros que ocultan el cielo.
Soy como un bosque cerrado cuyo lecho no besa la luz del sol.

Mi paso es el de las manillas del reloj,
que marcan que mi cuerpo está ya de vuelta
aunque mi mente esté aún de ida,
frenada en la pregunta de si hay vida antes de la muerte.


La respuesta ha venido bailando con la peonza,
levantando un remolino de violetas y lavanda,
hasta que tras una nueva vuelta
queda frente a mí
y respiramos el mismo aire.

El reloj se paró, el disco se rayó en la palabra wonderful.
Y giramos, no para mirarnos a los ojos,
sino para mirar los dos en la misma dirección.

Con el giro cedió la rosca del tarro de las esencias,
y comenzó sobre tu piel el rodar de un rodillo
que la tiñe de color azul,
haciéndome comprender en ese momento
por qué el cielo y el mar son de ese color.

Empezamos a desandar lo recorrido,
en busca del mar:
línea de encuentro con la Naturaleza.

Tú eres la que ha quitado el vaho del espejo en que me observo,
la que me ha liberado de mi molde.
Me siento como un sordomudo al que han desatado las manos.

Ahora somos una cítara de dos cuerdas,
que vibran y se embriagan de su música,
cuyas notas repiquetean el sonido de la frase
"nunca seremos tan jóvenes"

¿Quién soy? Tú me defines; Soy TuYo
La peonza ha encontrado el corazón de la espiral.



© Ricardo Guadalupe

12 comentarios:

Ricardo Guadalupe dijo...

De nuevo me voy a ausentar, posiblemente más de dos semanas. Me llevo conmigo a tierras danesas una mochila para llenar de imágenes y sensaciones. Nos vemos a la vuelta, y entre idas y venidas me ha parecido que viene a cuento compartir con vosotros “De vida y vuelta”. Espero que os guste, y que la espiral de vuestra peonza os sea propicia.

Diana H. dijo...

Ricardo, la verdad es que cualquier cosa que te comente me suena a tan poco.
No sé cuándo fue que dijiste que la poesía no es lo tuyo. Creo que estás mirando mal.
Además en este momento estoy bastante metida trabajando con poesía en mi taller, y por eso más abierta a su disfrute. Para mí tu texto es una inolvidable lección de lo que es la poesía.
Aquí no se usa mucho la palabra peonza, así que me fui al diccionario, y resulta que es parienta de trompo... pronto publicaré "Un trompo" que escribí hace poco.
Wow, qué wonderful.
Que disfrutes mucho del viaje.

Lala dijo...

Cosas de la mente. Tu texto me ha llevado directamente al poema de José Hierro, precioso, Fe de vida.

Sé que el invierno está aquí,
detrás de esa puerta. Sé
que si ahora saliese fuera
lo hallaría todo muerto,
luchando por renacer.
Sé que si busco una rama
no la encontraré.
Sé que si busco una mano
que me salve del olvido
no la encontraré
Sé que si busco al que fui
no lo encontraré.
Pero estoy aquí. Me muevo,
vivo. Me llamo José
Hierro. Alegría. (Alegría
que está caída a mis pies.)
Nada en orden. Todo roto,
a punto de ya no ser.
Pero toco la alegría,
porque aunque todo esté muerto
yo aún estoy vivo y lo sé.


Todo son ciclos y peonzas para reencontrarnos en cada giro...verdad? A veces marea, y mucho.


U besito y feliz estancia en Dinamarca, woow, te envidio cochinamente, jajaja!


Lala

graze dijo...

"¿Quién soy? Tú me defines; Soy TuYo"
Me encanta "Soy TuYo" =D

Beatriz dijo...

La vida es una peonza, maravillosa en sus movimientos y arriegada en cada giro. Sólo intentemos no marearnos y que el hilo que hace que ese "trompo" describa círculos
de asombros constantes sepa detenerse a tiempo para darnos tiempo para reflexionar con
serenidad.
Espero tu regreso.
Abrazos, Poeta.

pepa mas gisbert dijo...

Yo manejo muy bien la peonza, aunque a veces se me despista. Imagino que como a todos.

Estupendo texto

Buen viaje.

malena dijo...

espero que si, que haya vida antes de la muerte, con esa esperanza vivo, usando mis dias lo mejor que sé.

Trenzas dijo...

Quien escribe, escribe, y nunca se siente satisfecho de lo que hace porque esa es la esencia misma de quien intenta hacer el camino del arte; de cualquier arte. Pobre del que cree que ya no tiene nada que aprender.
A mí me gustan tus poemas y no soy la única :)
Hacerlo cada día mejor, es, o debería ser, la meta de todos.
Felices vacaciones danesas, Ricardo.
Y un abrazo.

ALEX B. dijo...

Arriba y abajo
cíclicamente
avanzamos como ondas
siguiendo a otra escala
el rítmico esquema
de nuestro electrocardiograma

un beso

lopillas dijo...

Precioso Ricardo y mira que no soy yo de poesía. Sólo sé que tus palabras tienen música, de veras, comencé a leer a un ritmo lento y luego me llevaste a un alegre vivace.
Me ha gustado mucho.
Que disfrutes muchísimo por esos mundos, poeta.

Ricardo Guadalupe dijo...

La vida es una peonza, si se detiene se cae. Así que ya lo veis, ni se para ni espera a nadie. Se la puede frenar, pero entonces deja de existir. No hay manera de eludir sus elementos, puesto que sentimientos, emociones y realidades van con nosotros a todas partes, vayamos donde vayamos. Y además, se tratan de elementos cambiantes, vaya que sí, fluctuantes, cíclicos. Para bien y para mal. Bastante tenemos nosotros con preocuparnos y tratar de que la tendencia y orientación del movimiento sea aquella que creemos nos vaya a ser más favorable, aquella con la que más nos identificamos.

Yo no sé exactamente si ese movimiento al que me acabo de referir es en espiral, lo que sí sé es que ese movimiento tan propio de la peonza está muy presente en toda la naturaleza, tiene un halo como mágico, lo tienen dibujado muchas conchas, cuernos, dientes, uñas y algunas plantas. Hasta la mismísima Vía Láctea es una espiral. Sin duda que tiene un significado aún más profundo del que podamos ver. De momento nos conformaremos con identificar a la espiral como una representación simbólica que muchos le hemos querido atribuir del ciclo nacimiento-muerte-renacimiento.

Ricardo Guadalupe dijo...

Y no puedo volver de tierras danesas y no dejaros al menos una instantánea, un flash, algo de lo que allí viví. Por eso quiero situaros por unos segundos en Skagen, la punta de lanza de la península de Jutlandia, el punto más septentrional de Dinamarca, allí donde se encuentran dos mares, el Báltico y el del Norte, y uno de los lugares más privilegiados para contemplar el espectáculo de la puesta de sol. Nunca un paisaje me había trasmitido tanto la sensación de estar al borde mismo del fin del mundo. Más si cabe si os colocáis, como estáis, en lo alto de la duna Rabjerg Mile, una duna descomunal de arena blanca y finísima que se desplaza unos diez metros al año, en definitiva una duna viva, el Sahara escandinavo, por así decirlo. Pues bien, ahora mirad a un lado, luego a otro, girad hasta 180º, todo ese horizonte que contempláis al girar es el mar. Impresionante. Y no sólo eso, puesto que ese horizonte que te abraza y que te rodea y que te hace sentir tan pequeño y tan grande a la vez, está acompañado de ese trozo de desierto que es la Rabjerg Mile. Estás plantado de bruces ante un gran todo que te redefine el concepto de la nada, ya que la nada y el todo se funden en esa visión de agua y arena cambiante donde las huellas andadas se borran y donde se te hace presente de una manera ineludible tu propio ser.

Como os dije, os dejo durante unos segundos allí, y también os dejo para cuando volváis todo mi agradecimiento por vuestras palabras sobre “De vida y vuelta”.

Un abrazo