martes, 27 de noviembre de 2012

Leyendo "El extranjero" de Albert Camus

Me ha llamado mucho la atención que varias partes estén escritas en forma de diario: Hoy sábado tal, hoy domingo cual,… Así comienzan varios pasajes del libro. Yo a esta técnica le veo dos ventajas muy importantes: Colocas al narrador al mismo nivel de conocimiento sobre lo que va a pasar al final que el lector. De este modo narrador y lector recorren la historia cogidos de la mano con la misma capacidad de sorpresa. Lo cual a un autor a la hora de escribir le permite hacer creíble que su narrador oculte cosas, dejando que el lector las vaya descubriendo poco a poco junto al narrador. En mi caso recuerdo escribir un relato en el que no era creíble que un narrador adulto hablando de su infancia no llamara a las cosas por su nombre, puesto que el narrador ya no era ese niño del que hablaba. La técnica del diario hubiera sido una solución.

Me diréis que no hace falta escribir en forma de diario, que para eso está el presente. Pero escribir en presente tiene unas dificultades que no tiene el pasado. ¿Qué es el presente?, ¿una décima de segundo?, ¿es posible actuar, reflexionar y contar al mismo tiempo? Además, con el presente estás cogiendo por las solapas al lector en todo momento y se puede agobiar. Aquí viene entonces la que para mí es la segunda ventaja de escribir con la técnica del diario: Es un camino intermedio entre el presente y el pasado. Es un pasado reciente. Y el carácter reciente, inmediato, de lo que se cuenta, hace captar más la atención del lector.

Pero claro, todo tiene su lado negativo: En El extranjero, al hacerse uso de esta técnica, yo me imaginaba al narrador por las noches o en algún momento del día escribiendo o recordando lo ocurrido. Esto me desviaba la atención de la historia. Me veía preocupándome en calcular qué momento sería ese en que el narrador escribía su diario. Además, que lo hiciera añadía una característica importante al personaje narrador, y no estoy seguro de que en la novela El extranjero encaje que Mersault, un personaje tan indolente, se dedique durante buena parte de la historia a describir diariamente sus días con tanto detalle ¿Qué motivaciones tendría alguien así para llevar a cabo ese diario?

Pensar en esto me llevaba al terreno de la metaliteratura. Me lo imaginaba escribiendo o recordando y eligiendo lo que contar, causa esta última por la que tenía yo presente continuamente la subjetividad de la historia, algo que por un lado está muy bien pero que por otro me hacía dudar de ella y desconfiar. Yo personalmente prefiero no imaginarme a nadie escribiendo la historia que estoy leyendo. Si leyendo una novela, imagino al escritor frente al ordenador, mala señal.

Siempre hay excepciones. Italo Calvino es uno de mis héroes y tiene algún libro en el que al mismo tiempo que narra la historia te cuenta la manera en que la está escribiendo. Esto sólo gente del nivel de Italo Calvino se lo puede permitir. Es como cuando Eduardo Vilas, un profesor de escritura creativa que tuve, decía que había que hacer esto así o esto asá pero acabando siempre con la coletilla “a no ser que seas Truman Capote”. Pues eso, a no ser que estés tocado por los dioses mejor no escribas metaliteratura. Aunque todavía me parece estar escuchando a Jesús Ferrero, al que considero uno de mis maestros, diciendo aquello de “no hay reglas”. Y no le falta razón. Pero primero hay que conocerlas, las reglas, para luego saltárselas si así se decide, ya a sabiendas.

Volviendo a Calvino, en su novela “El caballero inexistente” te hace el lío como en un truco de magia ofreciéndote varios caminos por donde continuar la historia, como si de un libro de elige tu propia aventura se tratara, realmente haciéndote creer que el desarrollo elegido por él es el elegido por ti. Metaliteratura, sí, pero claro, hablamos de Calvino…

En cuanto a la trama de la novela que nos ocupa, el propio Camus explica a la perfección a su personaje protagonista en el ensayo “El mito de Sísifo”, publicado el mismo año que El extranjero. Dice por ejemplo, “Un rostro que sufre tan cerca de las piedras es ya él mismo piedra”. Justo lo que le ocurre a Mersault, fiel imagen del ciudadano que se encontrará Europa tras la II Guerra Mundial, del individuo que será víctima de la sociedad petrificada de la posguerra. También viene a decir el ensayo que a menudo descubrimos la dicha a partir del sufrimiento, como que no hay sol sin sombra. De nuevo Mersault lo ilustra en la novela: Es a partir de su condena cuando advierte que no quiere morir y que aprecia las pequeñas cosas de la vida.


© Ricardo Guadalupe

5 comentarios:

Darío dijo...

Inmediatamente se me viene a la cabeza el personaje de La Náusea de Sartre. Ha de ser porque en aquellos tiempos yo era "tan existencialista" y esos fueron los dos primeros libros que me conmovieron seriamente. No era para menos, esa visión tan pesimista del mundo no estaba dentro de mi cultura "cristiana".
Pero ahora que lo decís, claro que en la desesperación, un personaje (el de Camus) valora las pequeñas cosas. El otro, el de Sartre, es una pura negación.
Los dos son escritas en forma de diario, de manera que uno tiende demasiado a creer que eso puede ser parte de la realidad, y a olvidar que se trata de ficción.
Mis amigos se reían porque en algún día del diario Roquentin solo apunta "He existido". Eso, no estaba dentro tampoco, de las posibilidades de una existencia "normal". Y esa visión es quizá, un aporte esencial de estos autores. Retorcer la vida, ponerla patas para arriba. Uno para valorarla, otro para despreciarla.
Un abrazo.

Ricardo Guadalupe dijo...

Esa expresión, la de "He existido", me ha recordado otra, también de las que ponen la vida patas arriba: "En la vida, para comprender, comprender de verdad, cómo son las cosas de este mundo, debes morir, por lo menos una vez, conque, siendo ésa la ley, mejor morir joven, cuando aún tienes tanto tiempo por delante para levantarte y resucitar..." (Giorgio Bassani, en El jardín de los Finzi-Contini). Qué, ¿cómo te has quedado?
Abrazo

Smareis dijo...

Olá Ricardo,

Esse livro parece uma ótima leitura. Os escrito em forma de diário sempre são mais vantajosos, uma técnica que dá bons resultados.

Grande abraço!
Ótima semana!

Andrea Vinci dijo...

Yo me tragué a El extranjero en un viaje de Málaga a México ¿o fue de Málaga a Buenos Aires? Bueno, da igual. Me dejé llevar por la historia. Aunque sé que siempre debemos pensar a quién se la estamos contando, en este caso no me lo planteé. Y me pareció fantánstica, la verdad. Tu comentario sobre la misma, también. Sobre la metaliteratura, pienso en Cortázar.
Un saludo,

Boris Estebitan dijo...

Hola, que pases un lindo fin de semana, un gusto visitar tu lindo blog, te invito cordialmente a que visites el Blog de Boris Estebitan y leas un escrito mio titulado “El corazón extraviado”, saludos :)